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lunes, 19 de junio de 2017

SER MÉDICO

Al terminar el curso de Historia de la Medicina, ciento veintiocho alumnos, le preguntan a su Profesor, Dr. Félix Martí Ibáñez: ¿Qué significa ser médico? El Maestro contestó con este inspirado concepto:
"Ser médico es, en otras palabras, ser un hombre completo, que sepa funcionar en las ciencias como un profesional de calidad e integridad; en la vida como un ser humano, dotado de buen corazón y altos ideales; en la sociedad como un honesto y eficaz ciudadano".

Hoy a ustedes les digo, además, que ser médico es, sin duda, asumir una gran responsabilidad pero, también, es una oportunidad de servir, y de compartir algo con alguien.
La responsabilidad se extiende a la familia, y a través de la órbita familiar se asoma uno a la comunidad entera. Frente al enfermo aislado en la cama de un hospital, se suele olvidar con harta frecuencia que el individuo forma parte de una familia y que ésta a su vez, pertenece a una comunidad. Los cambios en la enseñanza de la medicina, hoy, están dando especial énfasis a la familia, como unidad de enfermedad, tratamiento, y servicio. La familia, es a su vez, la unidad epidemiológica más pequeña. Es finalmente la Unidad de la Vida.
Pero existen aún otras responsabilidades de singular significado; las adquiridas con la Universidad, con nuestra Escuela, con nuestros maestros y con nuestros compañeros.
Los compañeros, que a lo largo de la carrera, brindaron afecto, amistad y confianza, y muchas veces, también, el estímulo necesario para seguir en la lucha que conduce a la mayor y la más extraordinaria aventura espiritual.
Pero no debemos olvidar la responsabilidad que adquirimos con nosotros mismos y es la de ser honestos, humildes y llevar impreso, en todas nuestras acciones, el sentido deontológico de la más elevada categoría. Ello debe constituir propósito constante.

CONOCER Y AMAR: VOCACIÓN MÉDICA




¿Por qué estudias medicina? es la pregunta que hago a los aspirantes de la carrera, jóvenes impetuosos que se entregan de lleno a las actividades libremente escogidas, pero, la vocación no es una actividad más, es el ejercicio de nuestra vida, el ámbito de gran parte de nuestra realización personal y social, por eso, creo que la pregunta no es vana y por ello me la hago a mí misma con bastante frecuencia. Algunos jóvenes me contestan que la complejidad del cuerpo humano les apasiona, otros que desean saber los secretos de tan prodigiosa estructura, otros más, me relatan que desde niños quieren saber el porqué de las cosas, porqué de las enfermedades, porqué de las funciones, algunos reflexionan: quiero estudiar para ayudar a otros, quiero curar. Conocer, saber, llegar a la verdad, todo ello se relaciona con el ser humano, con su potencia intelectiva, con su voluntad de encontrar la realidad. El querer saber es parte de nosotros, el ser humano desde niño pregunta y muere preguntando ¿porqué?, pero, ¿ello es suficiente para ejercer las ciencias de la salud como vocación?, qué es mejor, conocer la realidad de las ciencias biológicas o psicológicas, o ejercer la voluntad de ayudar?, ¿conocer o amar? La vocación médica se relaciona con ambas, pero en una dimensión más profunda con la segunda, se debe conocer, saber, pero, ¿para qué?, para servir, para amar. Saber por conocer, puede ser bueno, saber para servir, puede ser mejor. E! médico ante el paciente no es solo un científico en busca de una realidad, porque su realidad se enmarca ya no solamente en las cosas, sino en la relación personal. Tan científico es un físico cuántico, como un mecánico, como un veterinario, en todos esos ejercicios se requiere del conocimiento, más su aplicación cambia de objeto, y por ello el médico sale de ese entorno para situarse en uno muy especial, porque tiene como objeto un sujeto. De esta reflexión parte la importancia de considerar en el campo de la salud el estudio de la Antropología Filosófica, porque del concepto de persona parte la actuación del médico ante el sujeto. No solo las Ciencias de la Salud estudian al hombre, el Derecho, la Sociología, entre otras, lo abordan, pero desde otro punto de vista, cada disciplina es distinta, específica en sus campos, pero con el mismo sustento, el sustrato, que es el hombre mismo'. El médico se relaciona con el hombre en el ámbito de la salud, una salud que pretende ser acorde a la naturaleza humana, por lo que ante un sujeto el médico no solo puede ver un cuerpo, una biología, y cómo funciona esta, como haría buen mecánico, el médico ve al hombre, en su forma de persona, en su profunda unidad bio-psico-social y trascendente, en su especial y única especie, está ante un ser autoreflexivo y autónomo, un ser con un sentido en su vida, capaz de crear la ciencia, el arte, la moral y la religión. Un ser especial, que merece respeto en virtud de ser persona.



*Dra. Me de la Luz Casas

Master en Bioética. Escuela de Ciencias de la
Salud. Universidad Panamericana. México

LA VOCACIÓN DEL MÉDICO

Por vocación se entiende atracción, inclinación por algo. Yo, como seguramente muchos de ustedes, me he puesto a pensar que difícilmente se puede experimentar esa atracción por algo que escasamente se conoce, ni siquiera de manera superficial; creo que la mayor parte elegimos la profesión atraídos por circunstancias diversas: un modelo de médico cercano a nosotros, padre, familiar, amigo; un problema de salud grave personal o de un familiar cercano tomado como un reto.
Creo haber mencionado las causas más frecuentes como detonantes para la selección de una carrera; además, constituyen motivaciones lícitas. Lo que no se vale, porque podrá ser un error muy grave, es elegir nuestra profesión con el propósito de hacerse millonario. La medicina no deberá ser jamás un negocio; quien la elija o la acepte deberá hacerlo con la convicción de que se va a dedicar a lo que le gusta y de que esto le va a redituar enormes satisfacciones, como difícilmente puede obtener de otro quehacer y que, además, le va a otorgar una buena posición social y una forma cómoda y desahogada de vivir. 
Ser un buen estudiante de medicina es para una persona de inteligencia medianamente dotada, igual de fácil o difícil que ser un buen estudiante de cualquiera otra carrera; depende más que nada de los hábitos de cada quien y de la preparación obtenida en el hogar y en las escuelas que lo capacitaron de niño y de adolescente. 
No entiendo, y esto que voy a mencionar debería ser objeto de un estudio a fondo para conocer las razones, por qué en las escuelas de medicina oficiales deserta un porcentaje importante de alumnos. 
Difícilmente pienso que pudiera considerarse la frustración como causa, o sea, por encontrarse el alumno con una realidad muy diferente a la que esperaba. La carrera en sí es un abanico de opciones tan amplias que brinda la oportunidad de dedicarse a las ocupaciones más variadas que se puedan imaginar, relacionadas con todo tipo de investigación (ciencias biológicas, matemáticas, físicas, jurídicas…). 
Al momento de escribir estas reflexiones para ustedes, hay registrados 47 Consejos de otras tantas especialidades derivadas de la carrera de medicina. Quizá podrían darse razones que tengan que ver con un coeficiente intelectual demasiado bajo, para el que toda ocupación pudiera resultar excesivamente difícil, o razones económicas que interfieran con el sostenimiento del alumno como estudiante y lo obliguen a buscar un trabajo incompatible con cualquier clase de estudios. Al respecto, quisiera hacer un paréntesis y mencionar a ustedes una frase que desde muy pequeño escuché decir a mi padre para mí y a mis hermanos: Quand on n´a pas ce que l´on veux, il faut aimer ce que l´on a; aunque está en francés, ahora la repito traducida: «Cuando no tienes lo que quieres, tienes que aprender a querer lo que tienes.» Esta frase encierra una profunda filosofía que puede enderezar cualquier vocación a punto de torcerse. Hay que recordarla siempre con oportunidad. Quien la tenga presente, nunca conocerá la frustración.

* Médico de la Clínica de Páncreas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Dr. Salvador Zubirán (INCMNSZ